jueves, 11 de abril de 2019

Una carta para carteros resignados.

''Mi mente sedienta se pone a lucubrar profundamente antes de dormir,
siempre cavila y se imagina millares de escenarios junto a él.
Pienso en su rostro, encuadrando cada uno de sus ademanes, mohines y gestos, memorizando su hermoso semblante.
Sus ojos, cual fanales alumbran mi penumbra e inspeccionan con afición y finura mis transparencias.
Su tez agradable a mi tacto, me hace querer descansar sobre el punto más alto de su pecho, calculando las veces en las el que interior de su centro tocan las conmovedoras notas que su corazón emana.
Mis oídos embelesados, adulando quieren permanecer cautivos a la música de sus latidos, mis ojos desean escrutarle, hasta tener un inventario de cuantos lunares descansan sobre su piel, contándolos uno a uno a besos y caricias.
Sus hebras de cabellos rizos llaman mis manos para ser acariciados, mientras su cuerpo se posa y se abraza contra el mío.
Sus labios carnosos se sitúan y se acoplan a la perfección en los míos, depositando los más tiernos ósculos, su lengua danza dentro de mi boca hasta encontrarse con la mía, haciendo de su baile la más sublime de las sensaciones.
Sus brazos audaces admiten mi intrusión, es mi recinto predilecto que me otorga la más humilde y cálida recepción donde hallo auxilio, abrigo y protección.
No sé como finiquitar este intento de poema, disculpa por siempre duplicar el mismo tema sobre tus ojos, tu carita, tu piel y tus cosas que me embelesan, quizás ya lo veas como un sistema, algo cíclico, pero solo eres tú quien me inspira e interesa.
Te ama siempre, tu loquita.''

T.M.